Sinaxis del Arcángel GABRIEL Mensajero de la Misericordia Divina

EPÍSTOLA:

Heb 2:2-10

EVANGELIO:

Lc 10:16-21

COLOR LITÚRGICO:

Dorado

¡Cristo está entre Nosotros ¡

¡Estuvo!, ¡Está! y ¡Estará!

Hoy la Santa Iglesia Ortodoxa eleva sus oraciones con especial solemnidad para honrar al glorioso Arcángel Gabriel, aquel que fue enviado desde los cielos como heraldo de la Voluntad Divina, como mensajero de los milagros del Amor de Dios y Portador de la Esperanza Eterna. Su nombre, "Gabriel", significa “la fuerza de Dios”, y es con esta fuerza que ha iluminado la historia de la salvación con anuncios que transformaron el destino del mundo.

La Tradición de la Iglesia, recogida en los Sinaxarios y en la Liturgia, nos presenta al Arcángel Gabriel no solo como figura celestial, sino como actor principal en los momentos más cruciales del Plan Salvífico. En compañía del Arcángel Miguel, quien representa la Justicia de Dios, Gabriel manifiesta la Misericordia Divina. Como dice el salmista: “Amor y Verdad se han dado cita, Justicia y Paz se abrazan” (Salmo 84, 11); estos dos Arcángeles encarnan la armonía perfecta entre el Juicio y el Amor Redentor de Nuestro Creador.

Desde el Antiguo Testamento, Gabriel ha sido Instrumento de Revelación. Fue enviado por Dios al profeta Daniel para anunciarle la Venida del Mesías (Daniel 9), otorgando claridad en medio del misterio. A los padres de Sansón, en el libro de los Jueces, les anuncia que su hijo liberará a Israel. La Tradición también afirma que Gabriel fue quien se apareció a Joaquín y Ana, los padres de la Virgen María, para comunicarles que su esterilidad sería vencida por la Promesa Divina.

Pero, en el Nuevo Testamento, es donde Gabriel resplandece con toda su Gloria Celestial, en el primer capítulo del Evangelio según San Lucas, se le aparece a Zacarías para anunciarle que su esposa Isabel, considerada estéril, concebirá a un hijo: Juan el Bautista, el precursor del Señor; Por su falta de fe, Zacarías queda mudo hasta el cumplimiento de la promesa, como signo del Poder de Dios.

Y luego; el momento culmen de la misión de Gabriel llega con la Anunciación a la Virgen María; El Arcángel entra en Nazaret, humilde aldea, y pronuncia aquellas palabras eternas: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lucas 1:28)… la Virgen María al dar el Fiat, al instante por el Poder del Espíritu Santo, el Verbo eterno se encarna en el seno purísimo de la virgen convirtiéndose en  La Theotokos, Gabriel es testigo y colaborador del mayor misterio de la fe cristiana: La Encarnación.

Según la Tradición Ortodoxa, Gabriel también aparece a los pastores en la noche de la Natividad y guía a San José en sueños, alertándolo del peligro de Herodes y enviándolo a Egipto para preservar al Salvador; Finalmente, en la mañana de Pascua, se manifiesta en el sepulcro vacío, mueve la piedra y anuncia la Resurrección a las Miroforas: “No teman; Yo sé que buscan a Jesús, el crucificado: no está aquí, ha resucitado…” (Mateo 28:5-6). Estos momentos no son simples episodios, son ventanas por las cuales la Luz Celestial irrumpe en la historia humana; Gabriel es el ángel de la misericordia, enviado no a castigar, sino a consolar, a fortalecer, a abrir caminos donde solo había cerraduras.

El Santo Padre Juan Damasceno enseña: “Los ángeles no tienen necesidad de palabras: su sola presencia ya es un lenguaje”, y Gabriel es precisamente lenguaje puro de Dios, palabra sin error, sin ego, sin orgullo; en cada una de sus apariciones, Gabriel anuncia vida, redención, victoria sobre la esterilidad del pecado y sobre la muerte.

En Nuestro tiempo, queridos fieles, necesitamos urgentemente la voz de Gabriel; en medio de tantas voces de desesperanza, de violencia, de individualismo y, el mensaje del Arcángel resuena como Medicina Espiritual; Su palabra es: “No temas”, es la misma que le dijo a María, a Zacarías, a José, a las mujeres en el sepulcro, Y hoy, nos la dice a nosotros, ¡No teman!; Dios no está lejos, Dios se ha hecho cercano, Dios está con nosotros: “¡Cristo está con nosotros: Estuvo, Está y Estará!

El Starets Siluán del Monte Athos decía: “Cuando el alma conoce al Espíritu Santo, entonces todo el cielo entra en ella... y los ángeles se vuelven sus amigos”; esta intimidad con lo celestial es parte del don que el Arcángel Gabriel quiere ofrecernos: el recuerdo de que no caminamos solos, que cada oración que hacemos es recibida y elevada por ejércitos invisibles de luz. Gabriel no solo anunció el misterio de la Encarnación, sino que con su anuncio trajo al mundo un nuevo lenguaje: el de la misericordia encarnada, en su voz no hay condena, sino esperanza, en su mirada no hay juicio, sino promesa; en sus alas, no hay castigo, sino defensa.

Queridos hermanos, si Gabriel fue enviado para anunciar la venida del Salvador, también hoy es enviado para anunciar que la misericordia de Dios no tiene fin, ¡Abramos nuestros corazones a esa noticia eterna!, Que su palabra nos despierte del letargo, nos eleve del pecado, nos sostenga en la lucha; Pidamos hoy al Arcángel Gabriel que nos ayude a escuchar, con oídos puros, los susurros del cielo; Que nos enseñe a decir como María: “Hágase en mí según tu palabra”; Y que su presencia nos cubra con sus alas para que, en cada dificultad, escuchemos su mensaje inalterable: “No temas; El Señor está contigo”. Amén.

Troparion (tono 4):

“Gabriel, comandante de las huestes celestiales, nosotros, que somos indignos, te rogamos, con tus oraciones envuélvenos bajo las alas de tu gloria inmaterial, y preserva con fidelidad a quienes caemos y te clamamos: 'Líbranos de todo mal'.

¡Porque eres el comandante de los poderes en las alturas!”

Kontakion (tono 2):

“Miras la gloria de Dios en el cielo, y traes la gracia de lo alto a la tierra, Gabriel sabio, líder de ángeles, ministro de la gloria de Dios y divino defensor del mundo. Salva y preserva a los que te claman: '¡Sé nuestra defensa, para que nadie pueda estar contra nosotros!'”