🌊🐟🐟🐟La Pesca Milagrosa🐟🐟🐟
- ☦️ Rev_P. Estefan
- 1 oct
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 5 oct

Semana 17 Posterior a Pentecostés/ Tono 8.
EPÍSTOLA:
2 Cor 6:16-7:1
EVANGELIO:
Lc 5: 1-11
COLOR LITÚRGICO:
Dorado
Hoy la Palabra de Dios nos ofrece dos textos que se iluminan mutuamente y nos invitan a reflexionar en profundidad sobre nuestra vocación como cristianos. San Pablo, en su segunda carta a los corintios, nos recuerda que “somos templo del Dios vivo”, llamados a la santidad integral de cuerpo y espíritu. Y el Evangelio de Lucas nos muestra cómo Pedro y sus compañeros, tras una noche de fracaso, obedecen la palabra de Jesús y descubren en ella la abundancia de la gracia, dejándolo todo para seguirlo.
Jesús está junto al lago de Genesaret y la multitud lo escucha con ansia. En medio de esa escena sencilla, sube a la barca de Simón y desde allí enseña. Al terminar, le pide algo que suena absurdo para un pescador experimentado: “Rema mar adentro y echad vuestras redes”. Pedro, cansado y después de una noche infructuosa, podría haberse resistido. Sin embargo, pronuncia una frase que revela la clave de la vida cristiana: “Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes”. Y el milagro sucede: una pesca tan abundante que las redes casi se rompen. La reacción de Pedro no es la soberbia del éxito, sino la humildad del corazón: “Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador”. La cercanía de Jesús revela no solo la abundancia de la gracia, sino también la pequeñez del hombre. Pero esa misma confesión de indignidad abre la puerta a la misión: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”.
Hermanos, este pasaje es una imagen de nuestra propia vida espiritual. Muchas veces trabajamos duro, nos esforzamos, pero sentimos que no logramos nada. Es el cansancio de quien lucha por mantenerse en pie en medio de las dificultades, de quien ora y no ve respuestas inmediatas, de quien siembra y no ve frutos. Y en ese momento de vacío, Jesús nos dice: “Confía en mi palabra, vuelve a echar las redes”. Así como Pedro, también nosotros somos invitados a fiarnos más de la Palabra de Dios que de nuestras propias fuerzas. Cuando abrimos el corazón a su voz, cuando hacemos de nuestro ser un templo limpio y disponible, entonces el milagro se da. La abundancia no viene de nosotros, sino de Él. La santidad a la que Pablo nos exhorta no es un esfuerzo solitario, sino una respuesta confiada al Señor que actúa en nosotros.
Hay aquí una enseñanza muy profunda para la vida cristiana. No podemos ser templos de Dios si nuestro corazón está dividido, si nos dejamos atrapar por ídolos que hoy pueden llamarse poder, dinero, vanidad, resentimiento o miedo. Tampoco podemos ser pescadores de hombres si no dejamos que Jesús entre en nuestra barca y guíe nuestra misión. La pureza de carne y espíritu de la que habla Pablo se une con la obediencia confiada de Pedro. Solo cuando ambas realidades se encuentran —la santidad interior y la obediencia activa— nuestra vida se convierte en instrumento fecundo del Evangelio.
El mensaje de hoy nos invita a revisar el centro de nuestra vida: ¿dónde está nuestro tesoro? ¿Qué habla la abundancia de nuestro corazón? ¿Somos templos abiertos para que Dios habite en nosotros? ¿Estamos dispuestos, como Pedro, a remar mar adentro aunque la experiencia nos diga lo contrario?
Al final del Evangelio, Lucas nos dice: “Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, lo siguieron”. La pesca abundante no fue el fin, sino el inicio de algo más grande. No se trataba de peces, sino de hombres y mujeres llamados a la salvación. El milagro fue solo la puerta de entrada a una vida de discipulado. También para nosotros la verdadera abundancia no está en los bienes materiales ni en los logros humanos, sino en la gracia de seguir a Cristo y anunciar su Reino.
Hoy el Señor nos repite a cada uno: “No temas”. No temas tu pequeñez, tus pecados, tus fracasos. No temas dejar atrás lo que te ata. No temas fiarte de mi palabra. Yo te haré pescador de hombres, yo seré tu fuerza, yo seré tu Padre y tú serás mi hijo, mi hija.
Queridos hermanos, pidamos en esta Eucaristía la gracia de purificar nuestro corazón y nuestras obras, de vivir como templos vivos del Señor. Que podamos, como Pedro, fiarnos de la palabra de Jesús incluso en medio del cansancio y la oscuridad. Y que nuestra vida, unida a la de Cristo, sea fecunda para atraer a muchos al amor del Padre.
Amén.
Profeta Jonás Siglo VIII a.C.

EPÍSTOLA:
Heb 4:14–5:6
EVANGELIO:
Jn 10:9-16
COLOR LITÚRGICO:
Dorado
Jonás es un profeta único porque su libro no se centra en grandes discursos, sino en su experiencia personal con Dios. Intentó huir de la misión que se le había encomendado, pero descubrió que la presencia del Señor lo acompañaba incluso en lo más profundo del mar. En el vientre del gran pez, en ese lugar oscuro y sin salida, Jonás eleva una oración que revela la intimidad del espíritu humano con Dios: “En mi angustia invoqué al Señor, y él me respondió… Tú escuchaste mi voz” (Jon 2,3). Este pasaje nos muestra que la presencia de Dios no depende de nuestra fidelidad perfecta, sino de su misericordia. Jonás había desobedecido, había querido escapar, pero Dios no lo abandonó. Al contrario, transformó su caída en un espacio de encuentro. Las imágenes del agua que lo envuelve, de las algas que se enredan en su cabeza, expresan la sensación de estar perdido y sin esperanza. Sin embargo, allí mismo, cuando todo parecía terminado, su espíritu se abre a la súplica y reconoce: “Tú sacaste mi vida de la fosa, ¡oh, Señor, Dios mío!” (Jon 2,7).
La experiencia de Jonás es profundamente humana. Muchas veces, como él, huimos de lo que Dios nos pide, o nos encontramos en situaciones de fracaso y oscuridad. Pero el relato nos enseña que incluso en esas circunstancias, el Señor permanece cercano. En lo más profundo de nuestra angustia, cuando clamamos desde el corazón, su presencia se hace viva y nos rescata. Jonás nos recuerda que no existe lugar donde el Espíritu de Dios no pueda alcanzarnos, y que incluso nuestra debilidad puede convertirse en ocasión para descubrir la fuerza de su amor.
Santoral
Domingo 17 Post-Pentecostés/ TONO 8
Domingo 5
Profeta Jonás Siglo VIII a.C.
(2 Cor 6:16-7:1/Lc 5:1-11)
Semana 18 Post-Pentecostés/Tono 8
Lunes 6
Concepción del Prof-Prec. San Juan Bautista
(Gal 4:22-31/Lc 1:5-25)
(Ef 4:25-32/Lc 4:37-44)
Martes 7
Santa Tecla, Igual a los Apóstoles Mr-Iconio
(Ef 5:20-26/Lc 5:12-16)
Miércoles 8
Reposo-San Sergio-Radonezh-1392
(Gal 5:22-6:2/Lc 6:17-23)
(Ef 5:25-33/Lc 5:33-39)
Jueves 9
Rep. Ap-Ev Juan /San Tikon Met-Moscú
(1Jn 4:12-19/Jn 19:25-27;21:24-25)
(Ef 5:33–6:9/Lc 7:17-30)
Viernes 10
Calistrato y Compañeros Mr-304
(Ef 5:33–6:9/Lc 6:12-19)
Sábado 11
San Caritón Ob-Iconio +350 /Padres Sergio-Radhonez
(1Cor 15:39-45/Lc 5:17-26)
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