☦️ El Endemoniado de Gerasa 🌿

☦️ Rev_P. Estefan
7 nov
5 Min. de lectura

Domingo 22 Post-Pentecostés/ TONO 5

EPÍSTOLA: Gal 6:11-18

EVANGELIO: Lc 8:26-39

COLOR LITÚRGICO: Dorado

El hombre no puede comprender su mundo interior sin comprender primero su entorno: el mundo en el que vive, con su belleza y sus sombras. En medio de ese entorno se da la relación más esencial del ser humano: Su relación con Dios. Esa relación se llama fe. Pero la fe no se desarrolla en un vacío. Está continuamente puesta a prueba por las fuerzas del mal que intentan distorsionar la imagen de Dios en nosotros.

En el Evangelio de hoy, vemos cómo Cristo enfrenta a los demonios que poseían al hombre gadareno, Ellos, al verse ante el poder del Hijo de Dios, suplican que les permita entrar en una piara de cerdos. Este gesto de Cristo —al darles permiso— no es un signo de debilidad, sino una revelación: El Señor permite que el mal se manifieste, para que entendamos su naturaleza y su límite.

San Juan Crisóstomo comenta que Jesús permitió esta escena “para iluminar dos grandes verdades”. Primero, para mostrar cuán destructivo es el diablo. Aunque es un ser libre, ha hecho de su libertad un instrumento de odio. No busca el bien, sino la ruina de toda criatura hecha a imagen de Dios. El Apóstol Pedro lo describe como un “león rugiente que busca a quién devorar” (1 Pe 5:8). La destrucción de la piara de cerdos muestra que el mal no construye nada, sólo destruye. Ni siquiera los animales, que son criaturas irracionales, escapan de su odio ciego. Allí donde el diablo toca, todo se precipita hacia la muerte.

Sin embargo, el segundo punto que enseña el Señor es igualmente importante: el diablo es débil; su poder depende del Permiso Divino. No puede hacer nada sin que Dios lo permita. Si tuviera libertad absoluta, no dejaría a un solo ser humano sano. Pero no puede. Porque Dios guarda a su creación con amor.

Esto nos enseña que no debemos temer al diablo, sino a nuestra propia falta de vigilancia el mal sólo puede sugerir; no puede obligar, No puede imponerse a la libertad humana y precisamente ahí está nuestra dignidad: en poder decir “no” al mal y “sí” al amor de Dios. Hoy, muchos se engañan creyendo que ciertas prácticas “espirituales” son inofensivas o incluso buenas: magia, adivinación, espiritismo, horóscopos, “energías”, “canalizaciones”… Pero todo esto son formas modernas del antiguo trato con el diablo.

El maligno se presenta bajo apariencia de bien. Ofrece respuestas rápidas, consuelos falsos o un sentido de control sobre la vida, pero su fin siempre es la esclavitud espiritual. San Pablo vivió una escena similar cuando, al entrar en Éfeso, una joven poseída por un espíritu de adivinación proclamaba: “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo” (Hch 16:17). Lo que decía era verdad, pero provenía del espíritu del mal; Pablo expulsó al demonio porque incluso cuando parece colaborar, el diablo busca la destrucción del alma.

Dios no actúa con fuerza ni con presión, sino con un amor que respeta la libertad Jesús no fuerza la puerta del corazón, Él toca y espera (Ap 3:20), nos invita a volver a la vida, no con miedo, sino con amor, su voluntad es que “el hombre viva y no muera” (Ez 18:32).

El método del maligno es la violencia, la presión, la confusión, se aprovecha de nuestras pasiones, del miedo, de la ignorancia, Dios; en cambio, actúa con mansedumbre y nos muestra nuestra dignidad y nos deja decidir. El campo de batalla entre Dios y el mal no está fuera de nosotros, sino dentro del corazón humano, cada día podemos elegir: escuchar las insinuaciones del mal o invocar la Misericordia Divina. El Evangelio muestra dos circustancias opuestas: Los demonios reconocen la autoridad del “Hijo de Dios Altísimo” no por devoción, sino por temor y hace esta afirmaciín para continuar con su plan destructivo; En cambio, el hombre liberado, al recobrar su juicio, se postra ante Jesús y le ruega permanecer con Él (Lc 8:38). Su súplica nace del amor, no del miedo; de la gratitud y no del cálculo.

Es por eso que la iglesia ortodoxa implementa una de las súplicas mas poderas: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”

Como signo de humildad, esta oración vence las tentaciones, aquieta las pasiones y llena el alma de paz y es el escudo de la libertad cristiana .

San Pablo, en la Epístola de hoy, proclama: “En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gál 6:14). Con estas palabras, el Apóstol nos recuerda que la verdadera libertad no consiste en hacer lo que queremos, sino en pertenecer a Cristo. El hombre liberado por Jesús en el Evangelio ya no está encadenado, ni vive entre tumbas, ni teme la violencia del mal, se sienta a los pies del Señor, vestido y en su sano juicio, así también debomo hacer nosotros, cuando elegimos el amor sobre el miedo, la oración sobre la ira, la verdad sobre la mentira, nos sentamos espiritualmente a los pies de Cristo. Y en esa postura humilde, descubrimos la libertad que el mundo no puede dar.

El diablo puede tentar, pero no dominar, puede sugerir, pero no obligar. Nuestra libertad, cuando se une al amor de Cristo, se vuelve más fuerte que toda violencia del enemigo. Por eso, la Iglesia nos enseña a orar incesantemente con el nombre de Jesús, para que cada herida humana sea tocada por su luz. Y así, como el hombre del Evangelio, podamos vivir libres, en paz, sentados a los pies del Señor, escuchando sus palabras.

Amén.

8 de Noviembre de 2025

San Demetrio de Tesalónica

EPÍSTOLA: Gal 6:11-18

EVANGELIO: Lc 8:26-39

COLOR LITÚRGICO: Dorado

Nació en una familia cristiana que vivía su fe en secreto, fue bautizado e instruido desde joven. Al morir su padre, procónsul romano, el emperador Maximiano Galerio lo nombró gobernador de Tesalónica en el año 305. Aunque se le ordenó perseguir a los cristianos, Demetrio comenzó a erradicar el paganismo y a convertir a los paganos al cristianismo.

Cuando el emperador descubrió su fe, lo encarceló. Demetrio repartió sus bienes entre los pobres y se entregó a la oración y el ayuno. Durante su encarcelamiento, el joven cristiano Néstor lo visitó y recibió su bendición para enfrentar al gladiador Luis, quien mataba cristianos en el circo. Néstor venció a Luis, pero fue ejecutado poco después, Demetrio fue atravesado por lanzas en prisión, en el año 306.

Su cuerpo fue arrojado a las fieras, pero los tesalonicenses lo enterraron en secreto. Su sirviente Lupo recogió su túnica y su anillo ensangrentados, con los que sanaba enfermos. En tiempos de Constantino el Grande, se construyó una iglesia sobre su tumba y cien años después, se hallaron sus reliquias incorruptas, y comenzaron los milagros.

San Demetrio se apareció en las murallas de Tesalónica durante el sitio de los ávaros, provocando su huida. También salvó la ciudad del hambre y liberó cautivos. Desde el siglo VII, comenzó a emanar mirra milagrosa de su relicario. En el siglo XIV, Demetrio Crisólogo describió esta mirra como una sustancia densa y superior a cualquier fragancia natural o artificial. Por estos signos, San Demetrio fue llamado el Mirrador, y su culto se extendió por todo el mundo ortodoxo como modelo de fe, valentía y santidad.

Santoral

Domingo 22 Post-Pentecostés/ TONO 5

Domingo 9

Néstor Mr-Tesalónica-306

(Gal 6:11-18/Lc 8:26-39)

Semana 23 Post-Pentecostés/Tono 5

Lunes 10

Parascene de Iconio Gr-Mr-III

(1Tes 1:1-5/Lc 11:29-33)

Martes 11

Anastasia Vrg-Mr-Roma-IV/ Abraham de Rostov Mr-XII

(1Tes 1:6-10/Lc 11:34-41)