Virgen de Las 3 Manos (Икона Богородицы Троеручица)
- Arch.D_Estefan

- 11 jul
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La Virgen de las Tres Manos, conocida en eslavo eclesiástico como Троеручица (Troerúchitsa), es una de las imágenes más veneradas dentro del Cristianismo Ortodoxo Eslavo y del Monte Athos. Su iconografía pertenece al tipo Hodigitria, en la que la Madre de Dios sostiene al Niño Jesús con un brazo mientras con la otra mano lo señala como “el Camino”, una representación que subraya el papel de María como guía espiritual hacia Cristo. Lo que distingue a este icono en particular es la presencia de una tercera mano pintada sobre el icono, lo que le da su nombre y lo rodea de un profundo simbolismo teológico y espiritual.
La historia de la Virgen de las Tres Manos se remonta al siglo VIII, en el contexto del período iconoclasta del Imperio Bizantino. En esa época, los cristianos ortodoxos que veneraban las imágenes sagradas eran perseguidos por quienes consideraban la veneración de iconos como idolatría. En este contexto histórico aparece la figura de San Juan Damasceno, monje y teólogo del monasterio de San Sabas cerca de Jerusalén, defensor ferviente del culto a los santos iconos. Aunque vivía bajo dominio musulmán, su influencia llegaba hasta Constantinopla, donde sus escritos fueron considerados peligrosos por el emperador León III el Isáurico, uno de los principales promotores de la iconoclasia. A través de calumnias, el emperador logró que el califa ordenara cortar la mano derecha de Juan, acusándolo falsamente de conspiración. La mano fue cercenada y colgada en la plaza pública como castigo.
Según la tradición, Juan tomó su mano amputada y, lleno de fe, la colocó ante un icono de la Madre de Dios, orando con lágrimas para que le fuera restaurada. Milagrosamente, su oración fue escuchada y su mano fue sanada, quedando perfectamente unida a su cuerpo, sin rastro de herida. En acción de gracias, San Juan mandó fabricar una mano de plata, que colocó sobre el icono como ofrenda. Desde entonces, esa imagen fue conocida como la "Virgen de las Tres Manos", y el icono quedó como testimonio del milagro y símbolo de la intervención poderosa de la Theotokos (Madre de Dios) en favor de los fieles.
El icono original fue conservado durante siglos en el monasterio de San Sabas, pero en el siglo XIII, durante las incursiones de cruzados y musulmanes, fue trasladado para su protección al Monte Athos, a uno de los más célebres monasterios de la Ortodoxia: el Monasterio de Hilandar, fundado por monjes serbios. En Athos, la Virgen de las Tres Manos no solo fue venerada por su historia milagrosa, sino que comenzó a ejercer un papel aún más profundo: es considerada *la abadesa* del monasterio. Según la tradición, en un momento de disputa sobre quién debía ser el nuevo higúmeno (abad), los monjes oraron ante el icono. Esa noche, la Virgen se apareció a uno de ellos en sueños y declaró que ella misma sería la guía espiritual de la comunidad. Desde entonces, ningún monje lleva el título formal de abad en Hilandar; todos sirven bajo la autoridad espiritual de la Madre de Dios, representada en este icono. Este hecho convierte a la *Troerúchitsa* no solo en un objeto de veneración, sino en presencia viva y activa de María como Madre y Maestra.
En su iconografía, además de la disposición típica de la Hodigitria —María con el Niño en brazos, ambos con expresiones solemnes y serenas— destaca esa tercera mano en la parte inferior del icono, representada con el mismo estilo que las otras dos, lo cual crea un fuerte impacto visual y teológico. Esa mano no es vista como una anomalía pictórica, sino como testimonio de intercesión y misericordia. Para los fieles, esta tercera mano representa el poder de María de intervenir en las necesidades humanas, de “tocar” nuestras vidas con su gracia y compasión. También se interpreta como símbolo del milagro mismo: es la mano que fue sanada por su intercesión, y al mismo tiempo la mano del que da gracias, del que reconoce la mano de Dios en su vida.
Espiritualmente, el icono de la Virgen de las Tres Manos nos deja múltiples enseñanzas profundas. En primer lugar, nos habla del poder de la oración confiada. San Juan Damasceno, en su momento de mayor humillación y dolor, no recurrió a la venganza ni al lamento, sino que se volvió a la Madre de Dios con confianza filial. Su oración fue escuchada, y su testimonio permanece hasta hoy como modelo de fe viva. En segundo lugar, el icono nos recuerda la misión de María como intercesora y sanadora. Ella no solo intercede por nuestras almas, sino también por nuestros cuerpos, nuestras heridas y necesidades concretas. Su cercanía no es teórica: es una madre real, que escucha y actúa.
En tercer lugar, la Virgen de las Tres Manos nos habla del misterio de la obediencia y el servicio en la vida cristiana. Así como María obedeció al llamado de Dios en el anuncio del ángel, también los monjes del Monte Athos obedecen su guía espiritual como “abadesa” de su comunidad. Es una invitación para todo creyente a dejarse guiar por María hacia una vida más profunda de oración, humildad y entrega al Evangelio.
Este icono también tiene una dimensión ecuménica. Aunque profundamente arraigado en la tradición ortodoxa, su historia toca temas universales del cristianismo: la defensa de la fe, la fidelidad en la persecución, el poder de la intercesión de los santos y el amor maternal de María. Su imagen ha sido reproducida y venerada en iglesias ortodoxas de Serbia, Rusia, Bulgaria, Grecia y también en comunidades católicas orientales.
Hoy en día, el icono original permanece en el monasterio de Hilandar en el Monte Athos, aunque se han hecho muchas copias, algunas de las cuales también son consideradas milagrosas. En cada lugar donde se encuentra una réplica, los fieles se acercan buscando curación, paz interior, consuelo y dirección espiritual. En muchas iglesias ortodoxas, la Virgen de las Tres Manos es la imagen que se utiliza en momentos de decisión, de crisis o de necesidad urgente, como expresión de la certeza de que la Madre de Dios sigue actuando, protegiendo y guiando a su pueblo.
Así, la Virgen de las Tres Manos no es solo un icono con una historia milagrosa, sino un signo viviente de la cercanía de María, una manifestación de su misericordia, su ternura y su poder de intercesión. A través de ella, los fieles descubren que no están solos, que pueden confiar incluso en los momentos más difíciles, y que siempre hay una mano más —la de María— dispuesta a levantar, a sanar y a conducir hacia Cristo.
Tropario (Tono 4)
Hoy te veneramos, oh Madre de Dios,
a Ti que con tu compasiva mano sanaste la herida de tu siervo Juan,
y nos mostraste el poder de tu intercesión.
Ante tu santa imagen de las Tres Manos nos postramos,
pidiendo sanación de cuerpo y alma,
pues Tú eres la alegría de los afligidos
y refugio seguro de los fieles.
Kontakion (Tono 8)
Tú, que eres fuente de misericordia, oh Virgen purísima,
mostraste tu gracia al glorioso Damasceno,
sanando su mano por tu intercesión poderosa.
Por eso, como Madre compasiva y protectora de los fieles,
te alabamos con fervor,
y clamamos: alegra los corazones de tus siervos
que confían en tu amor maternal.
Theotokion (Tono 3, final de cualquier oficio)
Tú eres más venerable que los querubines
y más gloriosa sin comparación que los serafines.
Sin corrupción diste a luz al Verbo de Dios.
Verdaderamente eres la Madre de Dios,
a Ti te exaltamos.
Ante tu icono de las Tres Manos,
te suplicamos: extiende sobre nosotros tu protección
y guía nuestras vidas hacia Cristo tu Hijo.








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