Fiesta de la Dormición de la Santísima Theotokos
- ☦️ Rev_P. Estefan

- 28 ago
- 2 Min. de lectura

EPÍSTOLA:
Fil 2:5-11
EVANGELIO:
Lc 10:38-42;11:27-28
COLOR LITÚRGICO:
_______Azul_____
Misterio que la Iglesia ha custodiado con amor desde los tiempos apostólicos. El icono que contemplamos no nos presenta un simple funeral, sino una “Pascua Mariana”, el tránsito de la tierra a la Vida del cielo.
La tradición nos enseña que la Virgen recibió del Arcángel Gabriel el anuncio de su partida. Los apóstoles fueron reunidos milagrosamente en Jerusalén para despedirse de ella, y rodeada de oración entregó su alma en paz, como en un sueño. Al tercer día, su tumba apareció vacía, testimonio de que su Hijo glorificó su cuerpo y la elevó a la vida eterna.
Los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles guardan silencio sobre este acontecimiento. Pero lo que hoy celebramos se conserva en la Tradición de la Iglesia y en la riqueza de los himnos litúrgicos que han transmitido esta fe de generación en generación. La Escritura misma nos da figuras proféticas: María como el Arca de la Alianza que se abre en el cielo (Ap 11,19), o la Mujer vestida de sol que brilla en gloria (Ap 12,1).
El icono de la Dormición nos habla con fuerza: en el centro está María, reposando en su lecho, no muerta, sino dormida. Sobre ella aparece Cristo glorioso, que en sus brazos sostiene una pequeña niña radiante: es el alma purificada de su Madre. Así como Cristo nació del seno de María en Belén, ahora, en la Dormición, es María quien nace a la vida eterna en los brazos de su Hijo.
La Dormición se trasciende en Resurrección, y la Resurrección en Asunción. La Madre de Dios, unida a la victoria pascual de Cristo, no conoció corrupción, sino que fue glorificada en cuerpo y alma. Ella es el primer fruto después de Cristo, anticipo de lo que está prometido a todos los que creemos. Pero este misterio no es solo de María, también es nuestra enseñanza. El icono proclama que la muerte no es el final, sino tránsito. Que el final de la existencia no es oscuridad, sino Luz de Resurrección. Que al partir no nos vamos solos, sino en manos de Cristo que viene a recibirnos. Y que los lazos de amor no se rompen: los que partieron siguen unidos a nosotros en la comunión de los santos.
Por eso, qué hermoso sería partir de este mundo como la Virgen: en paz, rodeados de oración, entregando el alma con confianza a Dios. La Iglesia nos lo recuerda en cada liturgia cuando el Diácono suplica: “Por una muerte cristiana, pacífica, sin dolor, sin vergüenza, pidamos al Señor”.
En el himno de hoy proclamamos: “En la Dormición no abandonaste al mundo, oh Madre de Dios, sino que pasaste a la Vida, siendo fuente de vida, y con tus oraciones libras de la muerte nuestras almas”. Celebremos con gozo esta fiesta. Honremos a la Theotokos que no nos abandona, que permanece viva, activa y protectora desde el cielo. Y pidámosle que nos enseñe a vivir y a morir en Cristo, para que un día también nosotros seamos recibidos en la gloria eterna.
Amén.








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